Entre las principales labores diarias de un niño destaca siempre el buen desempeño en la escuela. En este aspecto se contempla no solo tener un aprendizaje similar al de sus compañeros. También, se incluye presentar una conducta que se ajuste a los lineamientos escolares. Cuando cumple con ambas características, la interacción social con adultos fuera de la familia y sus compañeros es la apropiada
¿Pero qué sucede con los niños con problemas de aprendizaje y conducta? Ellos, forman parte de un grupo relativamente significativo cuyo desarrollo no es armónico. A su vez, esto determina distintos estilos cognitivos y conductuales. Estos niños son portadores de los trastornos del desarrollo.
Este tipo de trastornos, son desviaciones en el patrón de desarrollo infantil que salen del rango considerado como «normal». Esto, al no suceder en un tiempo, grado o secuencia esperada para la edad o etapa de desarrollo del menor. Por definición, suponen una inteligencia normal, ausencia de déficits sensoriales significativos así como de lesión cerebral.
De toda la población infantil en edad escolar, se presume que 15% son niños con problemas de aprendizaje y conducta. La intensidad es bastante variable, con casos en los que únicamente se manifiesta cuando las exigencias del ambiente son elevadas.
Problemas de conducta
Se le llama así a los comportamientos no comunes o formas de comportarse del niño no esperadas por el adulto. Vale la pena hacer esta distinción, ya que un comportamiento puede leerse desde distintos puntos de vista. Dicho esto, un niño podría estarse comportando bien o mal, dependiendo quién esté emitiendo el juicio.
Problemas de aprendizaje
Estos son ocasionados por un problema en el sistema nervioso central. Esta complicación, interfiere directamente ya sea con la recepción, el procesamiento o comunicación de información. Es común que el niño con problemas de aprendizaje presente hiperactividad y una corta capacidad para prestar atención. Así mismo, se distraen de manera muy fácil.
