Hoy en día, la comunicación y convivencia familiar y social tienen un enemigo que pareciera llegó para quedarse y cada vez se hace más fuerte (gracias a nosotros mismos): el teléfono celular.
Pudieras pensar que no es así, pero son varias las formas en cómo su uso desmedido afecta nuestras relaciones. Para muestra, unos cuantos ejemplos que podrían estarte pasando a ti sin haberte darte cuenta:
- No poder estar desconectado por temor a “la desinformación”
Gracias a diversos avances de la tecnología, hoy tenemos acceso a múltiples fuentes información sobre lo que sucede en prácticamente todo el mundo, muchas veces en tiempo real. Evidentemente, esto nos ayuda a tener siempre la posibilidad de estar informados. Lamentablemente, muchos son quienes se conforman con leer titulares escandalosos que sólo buscan (y consiguen) llamar nuestra atención. En el mejor de los casos, hay quienes dan clic y leen la nota completa.
No obstante, es tanto el menú de noticias del que disponemos, que rara vez investigamos más a fondo sobre alguna en específico. ¿Lo peor? Creemos que, si nos desconectamos por un instante, vamos a estar desactualizados, desinformados de lo que está pasando ahorita en el mundo. Este es un fenómeno que definitivamente no se presentaba unas generaciones atrás, y el cual hoy en día afecta a millones en el mundo.
- La Nomofobia
La palabra nomofobia viene del inglés “No-mobile-phone phobia”, es decir, fobia a la ausencia del teléfono móvil. Cada vez más personas, al olvidar su celular en casa, perderlo o sufrir de robo, pueden llegar a sentirse sumamente perdidos y desorientados, con una necesidad muy grande de pedirle ayuda a otras personas. La absoluta dependencia al celular afecta seriamente la comunicación y convivencia familiar y social, siendo además causante de estrés.
- Siempre sociales, gracias a las redes sociales
Una de las más grandes ironías de la época actual, es que contar con las redes sociales, en muchos casos nos ha vuelto menos sociales. Sí, estamos “más cerca” con nuestro amigo de otro país y podemos platicar con un familiar en otro estado, hasta tener una “novia” en otro continente, pero en el otro extremo de la moneda, tendemos a ignorar a quienes están más cerca de nosotros.
Recuerda: el teléfono celular es un dispositivo que está a tu servicio, tú eres su dueño, no él de ti y tus relaciones. Así como con el televisor, un libro o cualquier otro objeto, déjalo a un lado para convivir con los demás. Anímate, el celular seguirá ahí más tarde.
