De acuerdo a estadísticas recogidas por los diversos Institutos Nacionales de Salud, se estima que alrededor de un 15% de la población en los Estados Unidos padece algún problema de aprendizaje. La situación en otros países no es muy distinta.
En su vida como estudiante, lo que un joven sufre es un desorden del tipo neurológico que le impide almacenar, utilizar y/o reproducir información. En realidad la inteligencia de este tipo de jóvenes es igual a la de los demás, e incluso es común que sobresalgan en ámbitos como los deportes, la música o el arte.
Sin embargo, la diferencia radica en que puede presentarse una discrepancia entre su rendimiento y su capacidad, lo que suele reflejarse teniendo problemas para leer, escribir, las matemáticas, e incluso para hablar y relacionarse con los demás. Por lo mismo, la “solución” común es que los problemas de aprendizaje en jóvenes los obliguen a esforzarse más que sus compañeros para tratar de contrarrestar el o los problemas que padecen.
Pero se trata sólo de una salida “fácil” a los problemas secundarios, pues el problema principal sigue ahí, y el verse obligados a realizar un mayor esfuerzo para obtener los mismos resultados que otros estudiantes termina por ocasionarles baja autoestima y depresión, sobre todo si aún no están siguiendo algún tratamiento o peor aún, si ni siquiera han sido diagnosticados.
Ahora bien, ¿cuáles son las señales de problemas de aprendizaje en jóvenes? Las más comunes son que:
- Se le dificulta escribir de manera correcta, y por lo mismo trata de evitarlo
- Al momento de escribir, reiteradamente cambia el orden de las palabras confundiéndose y escribiendo otras; por ejemplo, en lugar de escribir “casar”, escribe “sacar”
- Tiene problemas para sostener el lápiz de manera “correcta”
- Se le complica recordar cierta información
- No le gusta leer en voz alta y siempre busca la forma de evitarlo
- Evitar escribir composiciones
- Se le complica deletrear